domingo, 4 de octubre de 2015


5-1 Las palomas mensajeras en la historia de las comunicaciones

 
Continuando con nuestro comentario sobre las palomas mensajeras que no eran tales, recordemos que tratando de establecer la antigüedad que tendría el uso de las columbiformes como transportadoras de noticias, en la Introducción a su libro Colombofilia (1894), Castelló y Carreras decía en la página 4: “...sábese también, y por indicaciones del escritor latino Lepsius, que ya la V dinastía egipcia la utilizaba, ...”  El error de suponer mensajeras a las palomas domésticas mencionadas por Darwin en uno de los apartados de El origen de las especies por la selección natural, se debería, en nuestra opinión, al resultado de una lectura muy superficial que algún escritor colombófilo (ignoramos quién podría haber sido) había hecho del mencionado capítulo, y a la circunstancia de que el sabio inglés menciona allí, en dos oportunidades, para ejemplificar las diferencias increíbles que se dan entre algunas de las razas descendientes de la Columba livia, a la mensajera inglesa del siglo XIX, que era una descendiente mestiza del Carrier del Este o persa. Lo que en realidad Darwin expresaba allí, es que tenía la completa seguridad de que todas las razas domésticas del género Columba descendían de la Columba livia, con sus subespecies geográficas. Y para explicar el por qué de ese convencimiento, manifestaba (por boca de uno de los que tradujeron su obra al idioma de Cervantes): “A favor de esta opinión puedo añadir: en primer lugar, que la Columba livia silvestre se ha visto que es capaz de domesticación en Europa y en la India, y que coincide en costumbres y en un gran número de caracteres de estructura con todas las razas domésticas; segundo, que, aunque una mensajera inglesa y una volteadora de cara corta difieren inmensamente en ciertos caracteres de la paloma silvestre, sin embargo, acompañando las diversas subrazas de estas dos razas, especialmente las traídas de regiones distantes, podemos formar entre ellas y la paloma silvestre una serie casi perfecta; tercero, que aquellos caracteres que son principalmente distintivos de cada casta son en cada una eminentemente variables, por ejemplo: las ceras y la longitud del pico de la mensajera inglesa, lo corto de éste en la volteadora de cara corta y el número de plumas de la cola en la colipavo, y la explicación de este hecho será clara cuando tratemos de la selección; cuarto, las palomas han sido observadas y atendidas con el mayor cuidado y estimadas por muchos pueblos. Han estado domesticadas durante miles de años en diferentes regiones del mundo; el primer testimonio conocido de palomas pertenece a la quinta dinastía egipcia, próximamente tres mil años antes de Jesucristo, y me fue señalado por el profesor Lepsius; pero Birch me informa que las palomas aparecen en una lista de manjares de la dinastía anterior. Como esta traducción no ha resultado evidentemente lo suficientemente clara, porque ha dado lugar a la confusión de los que quisieron ver retratadas allí a las palomas mensajeras más añejas, vamos a transcribir a continuación una ligeramente distinta y menos ambigua, en la que se podrá notar claramente cómo fue que se introdujo en la historia de las palomas mensajeras que todos más o menos conocemos, el yerro conceptual antes señalado. Tendremos asimismo la oportunidad de comprobar en vivo y en directo, cuán importante resulta para los destinatarios de una traslación al castellano de cualquier obra extranjera, que los traductores reproduzcan fielmente lo que sus autores exponen en ellas. No sólo deben reproducir exactamente lo que el escritor expresa ahí, sino, además, lo que en realidad quería decir, por lo que no se pueden limitar a consignar literalmente lo que ellos podrían quizá haber dicho. Cuando no se domina una cuestión determinada, como sucede claramente en este caso en particular, se vuelve imperativo consultar la esclarecida opinión de los especialistas. Mucho hubiesen ganado aquellos a los que nos estamos refiriendo aquí, si hubiesen hablado acerca de este asunto con  algunos entendidos en la materia. Veamos, pues, cómo tradujo este parlamento del original inglés M. –J. Barroso-Monzón, cuya versión nos parece mucho mejor que la precedente: “En apoyo de esta opinión he de añadir: en primer lugar, que la citada Columba livia, o paloma de las rocas, ha llegado a ser domesticada en Europa y en India, y que conviene en costumbres y en gran número de detalles de conformación con todas las razas domésticas; en segundo lugar, aunque la mensajera inglesa o la volteadora caricorta difieran inmensamente en determinados caracteres de la paloma de las rocas, comparando las diversas subrazas de estas variedades, muy especialmente las importadas de países lejanos, podemos formar una serie casi completa entre los extremos de estructura; en tercer lugar, las particularidades que son distintivas de cada raza, verbigracia la excrecencia carnosa bajo el pico y la longitud de éste en la mensajera inglesa, lo corto de ese pico en el pichón volteador, el número de plumas caudales en la paloma de cola de abanico, son en cada raza extraordinariamente variables, lo cual resultará claro cuando tratemos la selección; y, en cuarto lugar, la paloma ha sido estudiada y cuidada con la mayor atención por mucha gente: está domesticada en diversas partes del mundo desde hace decenas de siglos; tanto, que, según me ha informado el profesor Lepsius, ya se hablaba de estos animales en la quinta dinastía egipcia, tres mil años antes de Jesucristo, aunque Mr. Birch me comunica que en la dinastía anterior figuraron los pichones como plato de una comida dada por el soberano;[...]” Tres son los yerros conceptuales que advertimos aquí, aunque ninguno hace al fondo de la cuestión que estamos considerando. Uno de ellos consiste en que habla de la excrecencia carnosa de esas palomas, cuando debería haber dicho "de la cera que tiene la inglesa por debajo del pico" (y que en realidad se encuentra situada sobre él o mejor explicado aún, rodeando la base del mismo). El otro consiste en traducir pigeon (paloma en inglés) por pichón. Debió señalar por ende “lo corto de ese pico en la paloma volteadora”, porque Darwin estaba haciendo referencia a la paloma como especie y no a los hijuelos o pichones de estas aves. Del mismo modo tendría que haber consignado el traductor: “… aunque Mr. Birch me comunica que en la dinastía anterior figuraron las palomas  como plato de una comida dada por el soberano”. La otra cuestión es que tanto Castelló como quienes se equivocaron feamente en esto, citan al primero de sus informantes como “el escritor latino Lepsius” y no mencionan para nada al señor Birch, cosa que podría haberlos ayudado a interpretar mejor el asunto.  Tratamos pues de averiguar quiénes podrían haber sido estas dos personas y como a la sazón no conocíamos ni la computadora ni la Web, debimos recurrir a una enciclopedia británica. En cuanto al primero de ellos, resultó por demás evidente que debido a la grafía de su apellido, Castelló y Carreras (o quienquiera que haya sido si no fue él el primero), creyó hallarse ante un escritor latino, es decir,  ante un habitante de la región del Lacio o de los demás territorios que formaron parte del imperio romano. Pero no era así. El profesor Lepsius fue un eminente egiptólogo alemán a quien,  como acabamos de ver,  Darwin había consultado para saber cuán lejos podría remontarse, con pruebas al canto, la antigüedad de las palomas domésticas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario